El Tiempo de Cambio y la Percepción de la «Generación Z» en la Educación

By: Brenda Morales Ph.D; Javier Herrera; and Angiemarie Rivera Ph.D;
Keiser University

 

El ser humano es un caminante obligado inmerso en una sociedad cambiante; cambia el clima, cambian las ciudades, cambian las organizaciones, cambian las personas, cambia la mentalidad, cambian las ideas, cambia la cultura, cambia la educación, cambia el lenguaje, cambia el discurso, cambia la predicación, cambia la tecnología y cambia la vida.

 

Hoy, el ser humano está inmerso en una sociedad repentinamente trastornada, forzada a un cambio abrupto por causa de un virus*.

 

*En los estudios de microbiología se aprende que un virus no es un microorganismo, sino un complejo bioquímico formado por una capsula de proteína que encierra en su núcleo un genoma de un ácido nucleico (ARN o ADN) y depende de las células vivas de otros organismos para replicarse, como bien lo confirma la Dra. Sanchari Sinha Dutta, Ph.D. (2018).

 

Es asombroso que un nanométrico e inerte complejo químico, ha producido un cambio en el estilo de vida del ser humano en todo el mundo. Como bien lo documenta Riaño (2020), otros tipos de virus identificados en generaciones anteriores hicieron lo propio durante los siglos VI, XIV y XIX. La peste bubónica que en Europa borró al 50% de la población, solo entre 1346 y 1353, afectó directamente a Martin Lutero hacia el 1527, cambiándole radicalmente su agitado oficio como escritor, como estudioso de las Sagradas Escrituras, y como el arquitecto de la reforma protestante de la iglesia (Riaño-Bite, 2020).

 

Este es solo un hecho en el amplio contexto histórico, pero en el presente, la humanidad tiene un enemigo común, que, de una parte, está provocando efectos devastadores, pero, por el otro, algo bueno y constructivo.

Para ilustrar esta dicotomía entre lo devastador y lo constructivo, se cita la película «The Best of Enemies. Change is worth fighting for» cuyo título en español sería “El Mejor de los Enemigos. Vale la pena luchar por el cambio” (STX Entertainment, 2019, Bisell, R., director, 2019; Davidson, 1996, 2007). Esta es una película dramática estadounidense sobre hechos reales descritos en el libro The Best of Enemies: Race and Redemption in the New South del autor Osha Gray Davidson. La obra se centra en la rivalidad, para terminar en solidaridad, entre la activista de derechos civiles Ann Atwater y el líder del Ku Klux Klan, C. P. Ellis, quienes, durante la década de 1960, mientras el país luchaba con el tema explosivo del racismo, se encontraron en lados opuestos del tema de integración de la escuela pública. Sus encuentros fueron acusados de odio y sospecha. Sin embargo, en un sorprendente conjunto de transformaciones, cada uno de ellos llegó a ver cómo el otro había sido explotado por la rígida estructura de poder del Sur, y forjaron una amistad que floreció en un contexto de intolerancia implacable” (Davidson, 1996, 2007).

 

La vida les cambió.  Pero ¿cuál es el lado bueno y constructivo? Es una realidad, que, por causa del mismo virus, la tecnología ha pasado a un primer plano. La tecnología ha invadido los hogares; las organizaciones se multiplican en unidades de directivos y mandos medios en un rincón de la casa; el aula de clase lo hace en unidades distribuidas en la mesa del comedor, las amas de casa hacen esfuerzos para aceptar que los hijos encomendados a la escuela ahora están bajo su supervisión. Los padres, evitando la interrupción de los hijos y las mascotas, ponen a prueba la autodisciplina para cumplir con su labor, mientras adecuan el espacio y entorno para su hijo con discapacidad; es el único que expresa su felicidad por estar en casa. La familia se expone a la creatividad alrededor del nuevo miembro en casa: la tecnología.

 

En fin, la familia ha cambiado; todos están en casa, pero guardando cierta distancia unos de otros. Al despertar en la mañana se activa la comunicación familiar: ¿estás conectado?  La comunicación ha cambiado. El lenguaje ha cambiado. El contacto más cercano entre unos y otros es el destello de las pantallas de sendos iPad’s y laptops, el sonido arrítmico de cada keyboard a plena marcha, y los Smartphone. Los jóvenes ejercen resistencia para no perder la conexión con sus amigos, tratan de conservar el romance, el ambiente de la escuela, y el hip hop. Solo “Alexa” es llamada por su nombre para recibir instrucciones. El ambiente de estudio ha cambiado. El padre prepara su predicación online, la abuela lee la Biblia y al abuelo se ha conectado.

 

María Belén Mendé, directora de la Universidad Siglo 21 en Argentina, en una entrevista con el blog La Voz, lo expone de la siguiente manera, analizando el giro inesperado del sistema educativo, a raíz del cierre de colegios y universidades por causa de la pandemia actual.

 

Cita la Sra Mendé:

“… la educación, que a nivel mundial debió adaptarse a un nuevo contexto ha evaluado y demostrado la capacidad de resolver una situación crítica. … Con el desarrollo de la tecnología se ha dado un crecimiento exponencial. … La coyuntura que se generó a raíz de la pandemia que estamos afrontando impulsa a que el Estado y la comunidad del mundo produzcan cambios positivos. … la sola posibilidad de sentarse en la casa con un instrumento tecnológico estimula y desafía la familia. … las experiencias deben facilitar objetos de aprendizaje que conecten, que inviten a poner en marcha el pensamiento. En las actuales circunstancias tenemos que ver estas experiencias no con el ojo del éxito de la formación, sino como una herramienta de socialización. … En este momento no hay alguna casa que no esté desafiada en la convivencia, en el respeto individual hacia el tiempo y también por el miedo. … Esto nos enseña también que una situación compleja aporta a crear mayor cultura del trabajo y disciplina, tanto para los padres como para los hijos, las instituciones y los gobiernos (Mendé, 2020).

 

En síntesis, la Sra. Mendé está diciendo que ¡Vale la pena luchar por el cambio! Aunque parezca un slogan rebelde, inaceptable para las generaciones de abuelos, conveniente para las nuevas generaciones académicas que surgen; algo cambió en el ambiente. Pareciera como si el cambio climático, o la pandemia, tuvieran incidencia sobre el pensamiento del ser humano, tanto como los que produce la contaminación en el medio ambiente. Estando en casa, mientras unos estudian con extremo buen juicio, otros dedican con extremo su tiempo a los novedosos juegos de video.

Durante un periodo generacional dominante, a los excelentes estudiantes se les llamó “Nerds”, a los excelentes jugadores de video, “Geeks”. Hoy, en casa están Nerds y Geeks juntos. Los vocablos ingleses “Nerd y Geek” (López, 2011) aluden a un cierto tipo de persona caracterizada por su alta capacidad intelectual, por sus pobres habilidades sociales y por una gran dedicación a sus aficiones, ya sean la informática, los cómics o los videojuegos.

 

Durante más de cuatro décadas los científicos sociales han estudiado y documentado la existencia de un sistema de estratificación social dentro de los institutos educativos (Kinney, 1999; Urberg et al., 2000). Este sistema divide a los estudiantes en diversos grupos como los “populares” (por ejemplo, los preppies, trendies y jocks, es decir, los “pijos”, los “modernos” y los “deportistas”), los pertenecientes a “subculturas alternativas” (como los burnouts, headbangers y gangbangers, es decir, los “porreros”, los “fans de la música heavy” y los “miembros de bandas”) y, por último, los marginados nerds o “empollones” (denominados geeks, brainiacs y dweebs, es decir, “pardillos”, “cerebritos” y “pringados”) (López, 2011).

Todos ellos, de alguna forma, están hoy en casa.

 

La generación de los estudiantes de mente brillante ahora tenía una nueva perspectiva de la vida: las nuevas corrientes filosóficas, el pensamiento antropológico y la diversidad cultural influyeron para adaptarse a un nuevo vocabulario, y todos comenzaron a escribir planes futuristas. La música, los pasillos de la facultad y los salones del congreso paso a paso fueron siendo invadidos por jóvenes pensantes, «Milennials» (Fernández y Fernández, 2016) definidos como ruidosos rebeldes objetivos, o como rebeldes sin causa, pero ambos, influyentes en la medida como sus capacidades y habilidades les permitieran. Tras ellos, la generación Z viene pisando fuerte (Fuentes, 2018).

 

Carles Feixa (2006), enmarca la historia del Siglo XX como la sucesión de diferentes generaciones de jóvenes que irrumpen en la escena pública para ser protagonistas en la reforma, la revolución, la guerra, la paz, el rock, el amor, las drogas, la globalización o la antiglobalización. En sus teorías sobre la juventud en la era contemporánea, poniendo en relación los cambios en la forma de vida de los jóvenes con las reflexiones científicas, filosóficas y literarias en torno a este grupo de edad, plantea bautizar a cada una de las diez décadas del siglo con las iniciales de determinados conceptos que se pueden considerar metafóricos (de la generación “A” a la generación “R”) como sigue: -I. Generación A (Adolescente). -II. Generación B (Boy Scout). -III. Generación K (Komsomol). -IV. Generación S (Swing). -V. Generación E (Escéptica). -VI. Generación R (Rock’n’roll). -VII. Generación H (Hippy). -VIII. Generación P (Punk). -IX. Generación T (Tribu). -X. Generación R (Red) Feixa (2006). Así como los Nerds y Geeks, todos estos jóvenes, también hoy, están en casa.

 

En otro aparte de la historia, el buen juicio de las señoritas trascendió del glamur, del hogar y de la escuela, a la liberación femenina y luego al feminismo, a la lucha por la igualdad con el hombre y a la libre competencia profesional; ahora son fans de Olimpia de Gouges, pionera en su llamado a luchar por los derechos de las mujeres, al escribir su “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” que la hizo famosa hacia el año 1789 en los albores de la revolución francesa (Jara, 2017).  “Marcuse dice que el movimiento feminista actúa a dos niveles: uno, el de la lucha por conseguir la igualdad completa en lo económico, en lo social y en lo cultural; otro, “más allá de la igualdad” tiene como contenido la construcción de una sociedad en la que quede superada la dicotomía hombre-mujer, una sociedad con un principio de la realidad nuevo y distinto” (Amorós, 2008). ¿Cuál de estos niveles prefieren las señoritas?

 

Pero además de los Nerds y los Geeks, arriba citados, otras generaciones han trascendido segmentadas por el alfabeto de apelativos. Valverde, Nivela y Espinosa (2017) definen que una forma de segmentar es a través de las generaciones clasificadas por Kotler y Keller en 2002. En un principio, esta segmentación se realizaba con base en elementos económicos y culturales. Hoy en día existen cuatro tipos de generaciones, cuya segmentación está basada en la edad. Estas son:

Los «Baby Boomers» nacidos entre 1946 y 1964, preocupados por la salud e interesados en el mundo digital, con el uso ocasional de las redes sociales. La «Generación “X”» nacidos entre 1965 y 1979, a quienes les gusta la tecnología, usan internet, aunque no asiduamente, se apegan a las redes sociales y los medios electrónicos. Han vivido su nacimiento en los 90’s, pero sin embargo se resisten a utilizarlo habitualmente. Los «Milennials o Generación “Y”» nacidos entre 1980 y 1999. Nacieron con Internet, y por ello tienden a comunicarse a través de redes sociales, videos, blogs o entretenerse con video juegos o juegos en línea a través de smartphones y tabletas. (Fernandez y Fernandez, 2016) “… son algo más que la generación del internet, de Facebook, Fotolog o las Boys Bands. Técnicamente, son una de las generaciones mejor preparadas para el mundo laboral y más ambiciosa (Fuentes, 2018). La «Generación “Z”» nacidos a partir del 2000. Es la generación multicanal, capaz de interactuar con las marcas y realizar el proceso de compra utilizando varios canales. Internet y las redes sociales son parte de su vida, y los dispositivos electrónicos parte de su rutina diaria. En su forma de aprender, la «Generación Z», es más inmediatista, cada acción que realizan la postean al instante, los conocimientos los quieren adquirir de inmediato, por ejemplo, si se explica algo en el aula, en ese preciso momento están averiguando más acerca del tema por medio de las redes sociales, los ingresos al web, etc. Hacen un uso extensivo de la tecnología y lo aplican de inmediato a su quehacer diario.

 

Para referirse a este grupo de población, la «Generación Z», también se han utilizado otros nombres: la «Generación T» (por Tecnológica) o como «Generación V» (por virtual), «Generación C» (por comunidad o contenido), y la «Generación Silenciosa, Generación de Internet o incluso Generación Google», cuyas características comunes que los definen son las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). La «Generación Z», (Schroer, 2008) se refiere a niños o adolescentes que han nacido entre los años 1995 y 2012 (más preciso que Kotler y Keller en 2002, arriba citado), en contraposición a la «Generación “Y”» (1977-1994), llamada también la Segunda «Baby Boomers» y la «Generación X», (1966-1976), o generación perdida (Fernández y Fernández, 2016).

 

Según otros autores (Mascó, 2012), siendo más específicos, se encuentran los «Z-1», nacidos entre finales de 1990 y 2000, y los «Z-2», los que nacieron a partir de 2005. A partir de 2010 se habla de una nueva generación, la «Generación alfa –α» o «Google Kids» (Grail Research, 2011), caracterizada por ser la primera generación del siglo XXI, la más numerosa hasta la fecha, por adoptar la tecnología con mayor rapidez, por empezar y permanecer más tiempo en la escuela y por estar enfocada hacia la tecnología.

 

La «Generación Z», actualmente en las escuelas –y con la preocupación de visualizar la futura «Generación α»–, tiene una serie de características que autores como Reig han querido estudiar, y que aquí se resumen (Geck, 2007; Hoffman, 2003; Posnick Goodwin, 2010; Lay Arellano, 2013; Aparicio, 2010; Bennett, 2008): 1) Expertos en la comprensión de la tecnología; 2) Multitarea; 3) Abiertos socialmente desde las tecnologías; 4) Rapidez e impaciencia; 5) Interactivos; y 6) Resilientes (Fernández y Fernández, 2016).

 

A diferencia de los «Milennials», cita Fuentes (2008) y subraya que la «Generación Z» es la que busca democratizar las oportunidades y romper con las jerarquías sociales. Es una generación con dificultad para definir su futuro profesional pero creativos, autodidactas y emprendedores, y con la idea de trabajar en algo que les motive y ayude a cambiar el mundo.

 

Se hace notar que, dentro de los «Milennials», y la «Generación Z» nace un subgrupo llamado la «Generación ‘Si-si’» que representan el 29% de los jóvenes y que nace como reivindicación a la «Generación ‘Ni-ni’». La «’Si-si’» se basa en un grupo de jóvenes que no se conforman con el ‘nadie me da trabajo’ y deciden emprender ser sus propios jefes. Además de estudiar y trabajar a la vez, buscan oportunidades para desarrollar su talento a través de las diferentes herramientas que tienen a mano como puede ser internet, redes sociales o contactos (Fuentes, 2008).

La «Generación Z», también ha entrado oficialmente en la universidad y está influyendo en los métodos de enseñanza en la educación superior (Esteban, 2017).

 

Pero estas diferencias, continúa señalando el autor, van más allá de una mayor dependencia de la tecnología, e incluye entornos de aprendizaje social, directamente involucrados en el proceso de aprendizaje. Un estudio realizado por Barnes and Noble College muestra que los estudiantes de hoy se niegan a ser aprendices pasivos. No están interesados en presentarse a clase, sentarse mientras se imparte una conferencia, y tomar notas que memorizarán para un examen más adelante. En su lugar, esperan estar plenamente comprometidos y formar parte del propio proceso de aprendizaje. De hecho, se sostiene que los estudiantes de la «Generación Z», tienden a prosperar cuando se les da la oportunidad de tener una experiencia educativa totalmente inmersiva y que saben disfrutar de los retos de ser parte de ella. La «Generación Z», está liderando el cambio en cuanto a cómo se produce el aprendizaje. Son una fuerza impulsora en la innovación de nuevas herramientas, estilos de enseñanza y acceso ilimitado a los recursos; están demostrando que la universidad puede centrarse más en el estudiante, que se convierte así en el director de su propio futuro. (Esteban, 2017). Llama la atención que este grupo de estudiantes estarán equipados para afrontar los tiempos de cambio estando en casa.

 

El desarrollo acelerado de la sociedad de la información está suponiendo retos, impensables hace unos años, para la educación y el aprendizaje. Álvaro Marchesi, Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), dijo:

 

“Tal vez lo más relevante sea que nos encontramos con una nueva generación de aprendices que no han tenido que acceder a las nuevas tecnologías, sino que han nacido con ellas y que se enfrentan al conocimiento desde postulados diferentes a los del pasado. Ello supone un desafío enorme para los profesores, la mayoría de ellos inmigrantes digitales, para las escuelas, para los responsables educativos y para los gestores de las políticas públicas relacionadas con la innovación, la tecnología, la ciencia y la educación” (Carneiro, et al., 2008).

 

Fernández y Fernández (2016) argumentan que la sola presencia de recursos tecnológicos en los centros y las altas capacidades de los alumnos de la «Generación Tecnológica» o «Generación Z», citadas anteriormente, no son suficientes para desarrollar en los alumnos la competencia digital. La clave fundamental viene determinada por las competencias tecnológicas y pedagógicas de los docentes. Las competencias digitales del profesorado son muy relevantes en el desarrollo de procedimientos de aprendizaje que introduzcan las tecnologías como herramientas al servicio de la educación lo que permitirá tomar decisiones en política de formación inicial y a lo largo de la carrera profesional del profesorado.

 

El contraste de generaciones entre el profesorado y los alumnos, la exigencia del desarrollo de las competencias básicas en la enseñanza obligatoria –sobre todo la competencia digital–, el cambio y la adaptación a las nuevas habilidades sociales que tienen que ver con el uso de las tecnologías y las necesidades de nuevos aprendizajes para una sociedad cambiante, hacen que nos preguntemos sobre la preparación del profesorado actual para liderar los procesos de enseñanza-aprendizaje de los alumnos de la «Generación Z».

 

Los estudiantes son protagonistas de esta «Generación Z»; los maestros son sus observadores.  Valverde, et al (2017) afirman que los docentes que se formaron tradicionalmente han sido testigos de la conformación de nuevas generaciones con tendencias en el uso de las tecnologías, y han tenido que afrontar dicha transición; el llamado de atención es para los docentes actuales, quienes deben estar atentos a las innovaciones que se presentan para facilitar la tarea de enseñanza en las aulas. El reto es aún mayor cuando se está frente a estudiantes nacidos en la era digital, y por lo tanto se muestran constantemente receptivos a todo tipo de innovaciones; esto determina que los docentes no se pueden quedar atrás en el ritmo que marcan las generaciones (Valverde, et al, 2017).

 

Es oportuno finalizar con el mensaje futurista expresado por Henrietta H. Fore (2019), Directora Ejecutiva de UNICEF, quien ha escrito una carta dirigida a los niños:

 

“Queridos niños de hoy y de mañana”, que en algunos de sus apartes les dice: (…) Y la generación de todos ustedes, los niños de hoy, confronta una nueva serie de desafíos y cambios mundiales que eran inimaginables para sus progenitores. Nuestro clima está cambiando de manera irreconocible. La desigualdad se está agravando. La tecnología está transformando la forma en que percibimos el mundo, y el número de familias que tienen que emigrar es mayor que nunca.

 

La infancia ha cambiado, y nosotros necesitamos cambiar nuestros planteamientos con respecto a ella. (…) Debemos escucharlos a todos ustedes –a los niños y los jóvenes de hoy– sobre las cuestiones que más les preocupan y empezar a trabajar con ustedes para encontrar soluciones del siglo XXI a los problemas del siglo XXI. (…)  ustedes necesitan las destrezas del s. XXI para una economía del s. XXI. (…) Por último, la mayor razón para tener esperanza es que ustedes –los niños y los jóvenes de hoy en día– están llevando la iniciativa al exigir medidas urgentes y empoderarse a sí mismos para aprender y moldear el mundo que les rodea. Ustedes están adoptando ahora mismo una posición y nosotros les estamos escuchando.

 

Así como los niños de 1989 se convirtieron en los líderes de hoy, ustedes, los niños y los jóvenes del 2019, son los líderes del futuro. Todos ustedes nos dan ejemplo. Queremos trabajar con ustedes a fin de encontrar las soluciones necesarias para afrontar los retos de hoy, y para construir un futuro mejor para todos ustedes y para el mundo que van a heredar” (UNICEF, 2019). Su mensaje es la voz que expresa ¡vale la pena luchar por el cambio!

 

La cuestión para el presente es, en una sociedad multicultural, con una educación multicultural, exigida para ir al ritmo de la cuarta revolución industrial, definida esta, como la era de la robótica y las altas tecnologías, ¿El ser humano seguirá siendo caminante obligado, inmerso en una sociedad cambiante, pero condicionado a pertenecer a una generación de emprendedores ya determinada?

 

Tourón y Martin (2019) aportan la respuesta, señalando que el aprendizaje de los estudiantes de hoy debe caracterizarse por el logro de destrezas con el uso de las tecnologías, y específicamente las Tecnologías de la Información y la Comunicación -TIC, y propiciar que los lleven a desarrollar habilidades para comunicarse y colaborar con compañeros, colegas, familiares y en ocasiones el público en general. Utilizar estas habilidades para participar activamente en la sociedad civil y contribuir a una vibrante, informada y comprometida comunidad. En cuanto a las habilidades, los autores sugieren las siguientes: a) Relacionadas con la creatividad, pensamiento crítico, la resolución de problemas, la toma de decisiones y el aprendizaje, pero este último entendido como la competencia de “aprender a aprender” y la metacognición, es decir, conocer cómo se aprende. b) Relacionadas con aquellas destrezas que hoy se precisan en prácticamente todas las profesiones, como son conseguir comunicar adecuadamente y trabajar de manera colaborativa tanto físicamente como en red/online (Tourón y Martin, 2019). Es una respuesta adecuada para este tiempo de revolucionario e infranqueable cambio.

 

Como lo cita Klaus Schwab (2016), la palabra “revolución’’, implica un cambio abrupto y radical; la historia muestra, que, una vez que las revoluciones industriales se ponen en marcha, el cambio se produce con rapidez. Los emprendedores convierten los inventos en innovaciones comerciales; estas dan lugar a nuevas compañías que crecen aceleradamente, y, por último, los consumidores demandan los nuevos productos y servicios que mejoran su calidad de vida. Una vez que el engranaje de este comercio comienza a funcionar, la industria, la economía y la sociedad, se transforman a toda velocidad. De la multitud de diversos y fascinantes retos, lo más intenso es cómo entender y dar forma a esa revolución tecnológica, que supone nada menos que una transformación de la humanidad. (…) esta revolución está cambiando de manera fundamental la forma de vivir, trabajar y relacionarse unos con otros. En su escala, alcance y complejidad, no es comparable con algo que jamás haya vivido la humanidad.

 

Es una generación integrada por miles de millones de personas conectadas a dispositivos móviles, al almacenamiento de conocimiento, inteligencia artificial, robótica, el internet de todas las cosas, vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica, por nombrar algunas cosas (Schwab, 2016). Esta es otra voz que expresa ¡Vale la pena luchar por el cambio!

El pensamiento de Schwab, que predice la realidad presente, se une a otros que a continuación se dejan a consideración, para ser acogidos por los protagonistas generacionales, o bien para que ondeen una bandera a través de las ventanas de sus casas, o desde los balcones de sus cómodos apartamentos manifestando su rechazo.

 

Primero, Apperti (2014), advierte que “la frase de Albert Einstein «Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas» reflejó en su momento la gran preocupación de este genio al ver la tendencia de los seres humanos con respecto a los excesos en el uso de la tecnología”. Con base en este pensamiento de Einstein, Markov Mikailov (2016, octubre 21) ha publicado el video de dibujos animados en blanco y negro “Albert Einstein – Profecía cumplida”. Se trata de un jovencito rodeado por multitud de personas que caminan en todo sentido con su cabeza inclinada fija en el teléfono celular, sin apercibirse del aviso de alerta que dice “These Systems are Failing”, que en español sería “Este sistema está fallando”; parte de la multitud cae por agujeros, otros siguen caminando capturando en video diferentes formas de mórbida violencia, bullying y suicidio, hasta que el destino final de su caminar, sin levantar la mirada, los conduce a un precipicio. ¿Se ha cumplido la profecía?

 

Segundo, Koon y De La Vega (2014), citan al Dr, Pierre Rabischong quien dijo “No debemos convertirnos en esclavos de la tecnología, ni mucho menos, sino ser capaces de domesticarla y usarla a nuestro favor. Si la tecnología llega a fallar, el peligro puede ser enorme, sobre todo para el discapacitado físico”.

 

Hoy, la generación de seres humanos es una generación de caminantes obligados en un espacio más reducido llamado “casa de familia”. Se pregunta si allí:

 

¿Son todos «Nerds»? ¿Son todos «Geeks»? ¿Son todos «Baby Boomers»? ¿Son todos los jóvenes de la A a la R»? ¿Son todos «Generación Alfa -α»? ¿Son todos «generación X»?   ¿Son todos «Millenials», «Generación Y»? ¿Son todos «Generación Z», o como «Generación Tecnológica», «Generación V», «Generación C», ¿«Generación Silenciosa? ¿Generación de Internet o incluso Generación Google»? ¿Son todos «Generación ‘Si-si’» o «Generación ‘Ni-ni’»? ¿Son los niños «Google Kids»? ¿Son todas «feministas»?

 

Quizá todos a una voz han de responder, esta es la «Nueva Generación Tecnológica Covid-19» Sea cual fuere la elección, cada cual ha sido actor o espectador, juez o parte, víctima o victimario, protagonista o tras bambalinas; pero todos de un solo escenario, la educación.

Mientras que un virus ha cambiado al mundo, la voz de Malala Yousafzai (2013) cobra vigencia al decir “Un niño. Un profesor, un bolígrafo y un libro pueden cambiar al mundo”. “La educación no es oriental y occidental, la educación es educación y es el derecho de cada ser humano”. “Conseguiré mi educación, ya sea en mi casa, en la escuela, o en cualquier otro lugar”.

 

Mientras que se crea conciencia en la familia de que este es tiempo de cambio, mientras que lo mejor del enemigo mantiene la tecnología en casa y al mundo activo, mientras que todos proclaman que vale la pena luchar por el cambio, Albert Einstein plantea que “Cualquier momento es perfecto para aprender algo nuevo”.

 

 

 

Referencias

 

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